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CRÓNICAS DE UN PUEBLO SAN JUAN DE LA RAMBLA JOSÉ Mª PÉREZ MONTES
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interesadas), sin ofrecer alternativa alguna seria al problema concreto que se planteaba: había
encima de la mesa 1.911 firmas de vecinos solicitando el cambio de la Capitalidad del
municipio, y un serio problema de organización y funcionalidad de tipo administrativo que
aún ahora podría demostrarse. Pues bien, se convocó a la Comisión Informativa
correspondiente y se le sometió una propuesta para que emitiera y elevara al Pleno dictamen
sobre un punto, el único del orden del día de esa sesión, titulado: «acuerdos que proceda para
dar solución al problema que plantea la actual dispersión de dependencias municipales». Y
ahora yo pregunto: ¿dónde está la alternativa que elevó al Pleno el grupo socialista?, ¿dónde
está la de la única integrante del grupo mixto? Cada una de sendas portavoces fue al Pleno
con su discurso aprendido, cámaras de televisión y público en ristre, para dejar claro que todo
les parecía un enorme disparate y que lo mejor era lo que ellos proponían: no hacer nada.
Reconozco que cuando entró la instancia con las firmas solicitando el cambio de Capitalidad
(demanda que tiene ya más de veinte años) me vi en un serio aprieto, porque es obvio que un
asunto así resulta, por lo menos, espinoso; pasamos varios meses estudiando alternativas (se
llegó incluso a pensar en fusionar núcleos para evitar confrontaciones, pero resultaba una
solución artificiosa y, al parecer, no muy correcta legalmente); pero cuando se encargó un
informe jurídico para saber si cabía trasladar la sede del Ayuntamiento sin cambiar la
Capitalidad del Municipio, y se emitió ese informe en sentido favorable, yo, que desconozco
los entresijos de la ley, creí honradamente que había dado con la solución que satisficiera a
todos; y aún tengo la esperanza de no haberme equivocado, porque ha de volverse a la calma
aunque pese a quienes con total irresponsabilidad inventan y avivan discordias, y porque
confío en que el buen criterio de mis vecinos les servirá para distinguir lo principal de lo
accesorio, el grano de la paja, y porque para esto, para lo que necesiten y pueda yo como
alcalde hacer, van a contar, todos, con todo mi esfuerzo y mi mejor disposición (no quisiera
ponerme tremendo, pero, por si alguien hubiera que dé valor aún a este tipo de declaraciones,
puedo jurar que esto que he dicho es la verdad). Y al final, ¿no les duele a quienes con tanta
ligereza atizan el fuego ver cómo hay gente que, honestamente y de buena fe, se preocupan y
sufren pensando, al oír y leer lo que algunos dicen y escriben, que de verdad queremos dividir
al pueblo y enfrentar a los vecinos? Resulta verdaderamente mezquino.
Alguien dijo:
«el orgullo, una pasión noble, no es ciego frente a sus propios errores, la arrogancia sí
lo es». La frase no es, en efecto, de uno de nuestros Sres. profesores titulares, sino que
pertenece a Licherenberg, reputado científico alemán del siglo XVIII, y corresponde a sus
«cuadernos de notas» que sólo póstumamente y no por voluntad de su autor salieron a la luz
pública; y eso que merecieron los elogios de gente como Freud, Nietzsche o Goethe. ¿Por qué
será que la humildad no fingida suele darse más en los grandes hombres? Seguro que ninguno
de éstos que he citado ponía sus títulos académicos junto a la firma.
* Alcalde y cerrajero.
MANUEL REYES REYES *